jueves, 5 de septiembre de 2013

bestiario de pasiones 10ma parte


No eso no fue lo que pasó. Entramos en el laberinto, cada uno tomo su camino. Yo llevaba un carrete de hilo dorado con el que iba marcando el camino. Anduve en línea recta y en la tercera intersección giré a la derecha, caminé por un estrecho corredor y giré a la izquierda. Sonrío, sonrío, sonrió. No me ha visto. Giro a la izquierda, sigo caminando, tomo una revista la abro en una página que puede ser cualquiera, verla no es el objetivo principal, es solo una distracción para cualquier mirada imprudente. Giro a la derecha y luego a la izquierda. Localizo mi fetiche; una tela de seda que quiero robar, la tomo, la miro, me la paso por la cara, la escondo en el lomo de la revista en el plano bajo de mi cuerpo,  oculto la tela con la mano izquierda, con la mano derecha me toco la cara. De ahora y en adelante hasta que logre salir del laberinto debo coquetear con todos los seres que encuentre en mi camino. Es una pequeña triquiñuela que consiste en jugar con el ego. 





















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