Greta se acostó en una cama. Me
acosté en la misma cama. Ambos mirábamos el techo, y frotamos los dedos gordos
de nuestros pies bajo las sábanas. Deslicé la mirada desde el grumoso techo
hasta la cara de Greta. ¿Qué le ha pasado?, pensé. Su rostro había
desaparecido. Parecía un maniquí barnizado. Pero su boca seguía en su lugar.
Greta perdió el rostro. Y solo quedó
su boca. Y yo miraba esa boca… sin
entender casi nada… ni una cuarta parte…
ni idea… de lo que estaba diciendo...
... se dio
cuenta... las palabras llegaban... imagina!... las palabras llegaban... una voz
que ella no reconoció al principio tanto tiempo desde que sonaron... luego
finalmente tuvo que admitir... no podía ser otra... que ella misma... ciertos
sonidos de vocales... ella nunca había escuchado... donde fuera... entonces esa
gente podría mirar... las raras ocasiones... una o dos veces al año... siempre
invierno por alguna extraña razón... mirarla a ella sin comprender... y ahora
este flujo... flujo constante... ella que nunca tuvo... por el contrario...
prácticamente muda... todos sus días... ¿cómo sobrevivió¿... incluso
comprando... afuera comprando... shopping ocupado... supermercado... solo la
mano en la lista... con la bolsa... vieja bolsa negra de compras...luego ahí
parada esperando... cualquier extensión de tiempo... en medio del gentío... sin
moverse... mirando al vacío... la boca sema abierta como siempre... hasta que
estuvo de vuelta en su mano... la bolsa de vuelta en su mano... luego pagar e
irse... no tanto más como adiós... cómo sobrevivió!... y ahora este flujo...sin captar la
mitad de él... ni un cuarto... ni idea... lo que ella estaba diciendo...
imagínate!... ni idea lo que ella estaba diciendo!... hasta que empezó a
engañarse… no eran de ella para nada… no era su voz para nada… no debía haber
duda… vital ella debía… estaba en el punto… después de tantos esfuerzos… cuando
de repente ella sintió… de a poco sintió…moviendo los labios… imagínate!...
moviendo los labios!... que por supuesto ella hasta el momento no tenía… y no
solo los labios… los cachetes… las mandíbulas… la cara entera… todas esas—
qué?... la lengua?... sí… la lengua en la boca… todas esas contorsiones sin las
que… no hay habla posible… y todavía como habitualmente… no sentía en absoluto…
por lo que intentar una es… sobre lo que una está diciendo… el ser entero…
sosteniendo sus palabras… por lo que así ella no solo tenía que… tenía ella
que… no solo tenía ella que… darse por vencida… admitir su sola… su voz sola…
excepto este otro pensamiento horrible… oh mucho después… brusco destello…
incluso más horrible si posible… ese sentimiento volvía… ¡imagínate!...
¡sentimiento volvía!... empezando desde arriba… luego bajando… toda la máquina…
pero no… deja eso… la boca sola.. tan
lejos… ¡ah!... tan lejos… luego pensando… oh mucho después… brusco destello… no
puede seguir… todo este… todo ese… flujo continuo… hiriente… hacer algo con él…
y sus propios pensamientos… hacer algo con ellos… todo— ¿qué?... el zumbido…
sí… todo el tiempo el zumbido… recalcitrante… todo eso junto… imagínate!...
todo el cuerpo como ido… solo la boca… labios… cachetes…… mandíbulas… nunca—…
¿qué?... ¿lengua?... sí… labios… cachetes… mandíbulas… lengua… nunca parar ni
un segundo… la boca enardecida… flujo de palabras… en su oído… prácticamente en
su oído… no capta la mitad… ni un cuarto… ni idea lo que ella dice…
¡imagínate!... ni idea lo que ella dice!... y no puede parar…(5)
… Lo que importa es la forma…
no el contenido… Cuanto menos reparen tus víctimas… en lo que dices… y más en
lo que les haces sentir… tanto más seductor será tu efecto…
Ready for the action now, danger boy?
Ready if I'm ready for you, danger boy?
Ready if I want it now, danger boy?
How dare you, danger boy
How dare you, danger boy
I dare you, dare you, danger boy (6).
…
Greta se calló. Todos los ecos
y las capas de sonido, los ecos, dejaron de resonar tan fugazmente que un
silencio abrumador inundó el lugar. Pasé saliva con dificultad… Greta suspiro.
Yo me giré recostando mi oreja en la almohada para poder verla mientras me
hablaba.
Ella me preguntaba cosas, sin
importarle que yo fuera incapaz de responder con palabras. Comenzó a oscurecer.
…Cuando conocemos a una persona existe cierto
grado de compenetración. Se gustan o no se gustan. Si sonríen es porque les ha
gustado la compañía. Esto ocurre porque
las personas, y muchos animales, somos musicales. Nos gusta juntarnos con
personas que van en nuestros mismos ritmos, ¿me sigues?, los ritmos están en la
memoria de nuestro cuerpo son: la respiración, la postura corporal, el lenguaje
en fin...
Mientras Greta hablaba su
cuerpo comenzó a transformarse. Cambió su tono muscular, sus senos se hicieron
pectorales, le salió vello en las axilas el pecho las piernas y una barba, su
vagina se convirtió en un pene. Y ese hombre en el que se estaba trasformando
era yo mismo, era como verse (me) en un espejo, no como tener un gemelo, no sé.
– Seducir, fascinar, encantar–
dijo Greta. Es un juego de provocación. ¿Ves? Apuesto a que te gusta. Está claro
que es un elogio que me transforme en ti. No te asustes, ¿ves?, nunca te haría
daño. Puedo crear esa compenetración artificialmente entrando en tu ritmo.
Copiando tu respiración y adaptándola a mi cuerpo, tomando tus movimientos, tu
modo de hablar…
La voz de Greta se transformó en
una voz gruesa, que no era mi voz. Después de todo ella nunca la había oído,
así que no podía copiarla. Eso me tranquilizó un poco, era un ancla con la
realidad que me hacía comprender que no estaba delirando.
El Eidolón repico en mi
cabeza “Puedes ser cruel y despiadada, mientes con inteligencia no para sacar
ventaja sino para manipular a los demás”.
– …tus maneras, que ahora son
mías, susurró Greta. Y así, sutilmente entrando en tu ritmo lograr esa
compenetración. ¿Lo ves? Es musical, somos musicales, somos corcheas y
semicorcheas, somos serpientes.
Oscureció por completo. Greta
se dio la vuelta. Espere un rato, diez y/o siete minutos, me coloqué detrás de
Greta, con mi mano derecha le acaricié la tetilla debajo de su camisa. Mi
pelvis rozó su cadera y tensioné mi cuerpo en un abrazo que era a la vez abrazo
y una manera de retenerla para que no escapara de mi lado. Greta tomó mi mano y
la apretó suavemente. Voltée a Greta boca arriba. Ella tenía una camiseta
blanca de esqueleto y unas braguitas moradas con un moño, en la cual se notaba
su pene. Yo tenía una mortaja de seda.
Comenzamos a besarnos, siendo
muy delicados tratando de probar cada grieta cada fisura de los labios, cada
diente, la mixtura de la lengua. La confusión de lenguas, sudábamos. Ambos teníamos
una erección y encajábamos nuestras caderas una con la otra en un baile de
serpientes. Le lamí la axila, mientras tocaba unos puntos de relajación desde
sus omoplatos hasta su sien. Comencé a darle un masaje con mis manos. Le quité la
ropa interior, comencé a lamer su perineo haciendo vibrar mi lengua. Seguí
besándola. Caminando por su cuerpo con mis dedos índice y corazón, caminando
por los brazos pasando por la axila, luego su pecho como una gran planicie,
pasando por su ombligo, luego descendiendo por una montaña, al final de la
montaña hay unas rocas y un río, más allá del río. Comenzarás tu migración que durará
exactamente 12 años. Cuando llegue el momento sentirás la necesidad de ser un
ser rampante y treparás sobre la masa humana hasta alejarte de todo, de las
ciudades de los campos de todo lugar reconocible y recordable para ello deberás
llegar hasta la vasta profundidad de una maraña y enredar en esta las
vicisitudes del mundo y olvidar un poco.
Pero es peligroso olvidar para siempre, es peligroso volver
a caer en los mismos abismos sin estar preparados, así que este olvido del Leteo
es temporal, todos los recuerdos el pasado, los lugares lo conocido debe ser
encapsulado en una melodía tal como lo hacen las yubartas; y arrojar el canto
al Mnemosine, para que cuando el rampante
regrese y beba de sus aguas pueda recuperar todas sus vidas pasadas.
Luego de
olvidarlo todo el rampante comienza su peregrinaje de escalada, por la
estructura de labyros. El labyros fue creado milenios atrás cuando las hijas del
minotauro, las arañas titánicas, poblaban la tierra y comenzaron el primer ascenso
creando estructuras ascendentes con sus telarañas que rompen en el cielo más allá
de donde alcanza la vista, más allá de los soles, más allá del tiempo.
A la mitad del
camino se encuentra la ciudad de Radamantia donde viven en comunidad los
rampantes que han decidido que su vida debe detenerse en la mitad de un nudo
porque han desistido de la idea de desenredar sus mundos y de enredarlos
nuevamente. De esta manera pueden mantenerse en equilibrio y deben hacerlo,
porque al no ser la cumbre la caída del Labyros no los llevaría a la muerte
sino al vacío, un vacío del que no podrán escapar jamás ya que no se encuentra
en un estado terrenal sino en una proyección mental.
El cuerpo se
mantiene en un equilibrio constante, cuando de desequilibra hay una sensación
de vértigo y una acción reacción para afrontar la caída que propone
determinadas articulaciones del cuerpo. Es entonces cuando ocurre ese momento
de suspensión en el que te atreves a intentar algo nuevo, cuando tu piel se
eriza y todos tus sentidos están a la expectativa de respuesta del instante
aquí y ahora.
Es una sensación
ambigua. Por un lado es un empoderamiento, se siente la adrenalina en todo tu
cuerpo; por otra, está el vértigo de ese instante de peligro, es un vacío en el
estómago, que produce ansiedad.
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