jueves, 5 de septiembre de 2013

bestiario de pasiones 8va parte


En el último año de la oscuridad, Klaus terminó el jardín de la Reina Cabeza Magnética.


La fiebre me duró uno semana. Fue tan intensa que el fuego quemó la cabañita y los árboles, y los muebles, y el puente. Cuando mejoré decidí organizar mi vida. Me fui en la balsa que era lo único que había sobrevivido a mi fiebre. Abrí un restaurante en otra cabañita, en otra isla. Tenía una brisa tropical, y tuve tiempo para estar solo y reflexionar. Al cabo de un año cerré el restaurante, tomé mis ahorros, una maleta con todo lo necesario para vivir y me fui de la playa. Me alejé de todos los recuerdos, del olor dulzón de las tardes, del sabor de los camarones, de las olas, de todo.
Volví a la ciudad un abril, luego de viajar un año en carretera montado en una bicicleta. Era un abril lluvioso y de un color demasiado tugsténico, como el de los recuerdos, como el de mis recuerdos.



El 31 de octubre quede de reunirme con un amigo en un bar que se llamaba Leiva. Al llegar al lugar vimos que todo estaba viciado, el aire era una mezcla de olores, sudor, feromonas, cigarrillo, perfume barato. La gente estaba tirada en el suelo; algunos habían estado inyectándose heroína y el agotamiento se les marcaba en los ojos. El lugar tenía una decadente decoración de  fiesta de cumpleaños; había globos amarillos y serpentinas. Y entonces la vi. Llevaba el pelo corto y azul y un vestido de leopardo con un tutú, unas medias de malla rotas y unos tacones azules, también tenía un corsé y una anaconda en su cuello. Estaba bailando Cascade de Siouxie and the banshes, Ella me vio y con la misma tranquilidad con la que me recogió cuando estaba muerto, se me acercó y me invitó a bailar. Bailamos hasta las tres y media de la mañana, luego salimos a caminar. Llovía un poco, no demasiado, Greta se quitó los tacones y anduvo descalza, fumó varios cigarrillos mientras caminábamos y hablábamos.
Llegamos a mi casa de esa época que quedaba subiendo la montaña. Era una de las privilegiadas casas entre la montaña y la ciudad. La vista de las cuatro de la mañana era increíble, la ciudad se alzaba con sus imponentes luces y se veía el movimiento de algunos autos. Teníamos mucha hambre así que cocinamos juntos. Lo recuerdo bien. Preparamos una pasta con mariscos, y/o champiñones, y estaba bañada en queso camembert, destapamos una botella de vino tinto para acompañar el crepúsculo, y pasamos el amanecer recordando viejos tiempos, haciendo chascarrillos, sentados en la terraza de la casa.
A las ocho de la mañana habíamos bebido cuatro botellas de vino y fumado un paquete y medio de cigarrillos. Decidimos dormir. eEsa noche tuve una pesadilla.
Un demonio me perseguía por una serie de habitaciones que llegaban a auditorios que a su vez eran salones de clase y coliseos romanos, yo salía de una habitación para entrar a otra igual, yo podía volar pero había aprendido hace poco, así que no era muy bueno y me daba tropezones con las sillas, finalmente el demonio, me alcanzó y comenzó a lamerme el culo después de eso me agarró fuertemente de las caderas, yo trataba de escabullirme y lentamente fui cediendo mi resistencia y el demonio me violó en el sueño. Cuando me desperté Greta se había ido.
Durante las semanas siguientes me vi mucho con Greta.


…Las cosas no son como eran antes, ni siquiera me reconocerás…








































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