En el último año de la
oscuridad, Klaus terminó el jardín de la Reina Cabeza Magnética.
…
La fiebre me duró uno
semana. Fue tan intensa que el fuego quemó la cabañita y los árboles, y los muebles,
y el puente. Cuando mejoré decidí organizar mi vida. Me fui en la balsa que era
lo único que había sobrevivido a mi fiebre. Abrí un restaurante en otra
cabañita, en otra isla. Tenía una brisa tropical, y tuve tiempo para estar solo
y reflexionar. Al cabo de un año cerré el restaurante, tomé mis ahorros, una
maleta con todo lo necesario para vivir y me fui de la playa. Me alejé de todos
los recuerdos, del olor dulzón de las tardes, del sabor de los camarones, de
las olas, de todo.
Volví a la ciudad un abril,
luego de viajar un año en carretera montado en una bicicleta. Era un abril lluvioso
y de un color demasiado tugsténico, como el de los recuerdos, como el de mis
recuerdos.
El 31 de octubre quede
de reunirme con un amigo en un bar que se llamaba Leiva. Al llegar al lugar vimos que todo estaba viciado, el aire
era una mezcla de olores, sudor, feromonas, cigarrillo, perfume barato. La gente
estaba tirada en el suelo; algunos habían estado inyectándose heroína y el
agotamiento se les marcaba en los ojos. El lugar tenía una decadente decoración
de fiesta de cumpleaños; había globos
amarillos y serpentinas. Y entonces la vi. Llevaba el pelo corto y azul y un
vestido de leopardo con un tutú, unas medias de malla rotas y unos tacones
azules, también tenía un corsé y una anaconda en su cuello. Estaba bailando Cascade de Siouxie and the banshes, Ella me vio y con la misma tranquilidad
con la que me recogió cuando estaba muerto, se me acercó y me invitó a bailar. Bailamos
hasta las tres y media de la mañana, luego salimos a caminar. Llovía un poco,
no demasiado, Greta se quitó los tacones y anduvo descalza, fumó varios
cigarrillos mientras caminábamos y hablábamos.
Llegamos a mi casa de
esa época que quedaba subiendo la montaña. Era una de las privilegiadas casas
entre la montaña y la ciudad. La vista de las cuatro de la mañana era increíble,
la ciudad se alzaba con sus imponentes luces y se veía el movimiento de algunos
autos. Teníamos mucha hambre así que cocinamos juntos. Lo recuerdo bien. Preparamos
una pasta con mariscos, y/o champiñones, y estaba bañada en queso camembert,
destapamos una botella de vino tinto para acompañar el crepúsculo, y pasamos el
amanecer recordando viejos tiempos, haciendo chascarrillos, sentados en la
terraza de la casa.
A las ocho de la mañana
habíamos bebido cuatro botellas de vino y fumado un paquete y medio de cigarrillos.
Decidimos dormir. eEsa noche tuve una pesadilla.
Un demonio me perseguía
por una serie de habitaciones que llegaban a auditorios que a su vez eran
salones de clase y coliseos romanos, yo salía de una habitación para entrar a
otra igual, yo podía volar pero había aprendido hace poco, así que no era muy
bueno y me daba tropezones con las sillas, finalmente el demonio, me alcanzó y
comenzó a lamerme el culo después de eso me agarró fuertemente de las caderas,
yo trataba de escabullirme y lentamente fui cediendo mi resistencia y el
demonio me violó en el sueño. Cuando me desperté Greta se había ido.
Durante las semanas
siguientes me vi mucho con Greta.
…Las cosas no son como
eran antes, ni siquiera me reconocerás…
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